
“No hay nada más cobarde que quitarle a una mamá a su hijo por despecho 😞
✍️
Yolanda Caballero
“No hay nada más cobarde y ruin que quitarle a una madre su hijo por venganza. Llevo más de seis meses sin abrazarlo. Mi hijo no es un trofeo, ni un castigo: es solo un niño que necesita a su mamá.”
Así comienza el estremecedor testimonio de una madre víctima de violencia vicaria, una forma de violencia de género en Tijuana que va en aumento, pero que sigue siendo invisibilizada.
En este caso, como en cientos que permanecen en la sombra, la maternidad se convierte en campo de batalla. Una mujer —que por razones legales no puede ser plenamente identificada— ha sido arrebatada de su hijo de 3 años por su expareja, quien utiliza al menor como herramienta de castigo por el simple hecho de que ella decidió rehacer su vida.
Un acuerdo que se convirtió en pesadilla
La historia comenzó en agosto de 2024. Tras una separación civilizada, ambos padres acordaron una custodia compartida. Durante meses, su hijo vivió entre ambos hogares. Pero en enero de 2025, todo cambió de forma drástica y cruel.
El padre comenzó a restringir los días de convivencia. Luego vino la violencia: empujones, amenazas, hostigamiento constante. Le quitó el celular, se llevó su automóvil, la acechaba afuera de su domicilio. Ella tuvo miedo, pero también esperanza en la justicia.
Fue un error.
Un día de enero, él simplemente se llevó al niño y jamás lo devolvió. Desde entonces han pasado más de seis meses de angustia, impotencia y un dolor insoportable.
La crueldad legalizada
En febrero, él interpuso una demanda alegando abandono materno desde el 2 de agosto de 2024, una mentira insostenible pero estratégicamente usada para solicitar la pérdida total de la patria potestad de la madre. El sistema, en lugar de proteger a la víctima, ha validado su dolor con burocracia.
“Fui al domicilio con el Escuadrón Violeta, pero él no quiso entregarlo. Ya son más de seis meses sin poder verlo. Lo tiene escondido. Le dicen que lo abandoné, que no lo quiero. ¡No es cierto! ¡Lo amo con toda mi alma!”
La madre ha acudido a CEJUM, a la Fiscalía, ha denunciado cada acto. Pero la justicia —lenta, sorda y muchas veces machista— le ha fallado a ella y a su hijo.
Violencia vicaria: una forma de tortura
Lo que esta mujer vive se llama violencia vicaria, una estrategia de control en la que el agresor, al no poder seguir dañando directamente a la mujer, ataca su vínculo más sagrado: el de madre e hijo. Se apropia del menor, lo manipula, lo separa de su madre y lo convierte en rehén emocional.
Este tipo de violencia no es anecdótica: es una epidemia no reconocida. La Red de Madres Víctimas de Violencia Vicaria ha documentado más de 3,000 casos solo en los últimos cinco años en México. En muchos de ellos, los niños crecen con la falsa idea de que sus madres los abandonaron. En otros, las consecuencias son irreparables.
¿Hasta cuándo?
“En 2023 también perdí a mi mamá. Hoy no tengo a mi hijo, ni a ella. Estoy rota, pero no me voy a rendir”, dice la madre mientras mira una foto del niño. Un niño con los ojos vivos, que seguramente aún espera a su mamá sin entender por qué no vuelve.
Este no es un caso aislado. Es un grito que representa a miles de mujeres.
¿Dónde están las autoridades? ¿Dónde está el Estado cuando más se le necesita? ¿Cuántos hijos más deben ser arrebatados para que la justicia despierte?
Un llamado urgente
Este reportaje no solo busca informar, sino hacer un llamado urgente a la sociedad, a las instituciones, a quienes aún creen que la maternidad no puede ser usada como arma de guerra. El caso de esta madre debe ser investigado con perspectiva de género, con celeridad y con humanidad.
Josué Joel: devuélvele a su hijo. No es tuyo. Es de los dos. Y él también necesita a su mamá.
Porque ningún amor se puede borrar con mentiras.
Porque la maternidad no se juzga, se respeta.
Y porque ninguna madre debería suplicar para abrazar a su propio hijo.